Desmantelar

Por Javier Segura del Pozo
Médico salubrista

A raíz de la alarmante noticia sobre el riesgo de desmantelamiento de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP), y del reciente desmantelamiento de otros proyectos en Madrid, comparto con vosotros y vosotras esta reflexión sobre el momento político, institucional y profesional en el que estamos.

Desmantelar

El diccionario de la RAE dice que la palabra “desmantelar” viene del francés antiguo desmanteler, y este del latin dis- ‘des-‘ y mantellum ‘velo’, ‘mantel’, y sus significados son:

  1. tr. Echar por tierra y arruinar los muros y fortificaciones de una plaza.
  2. tr. Clausurar o demoler un edificio u otro tipo de construcción con el fin de interrumpir o impedir una actividad.
  3. tr. Desarticular (‖ desorganizar la autoridad una pandilla de malhechores).
  4. tr. Desamparar, abandonar o desabrigar una casa.
  5. tr. Mar. desarbolar.
  6. tr. Mar. Desarmar y desaparejar una embarcación.

Todos ellos sugieren que el resultado de la acción es el debilitamiento de la estructura

Desde anteayer nos llegan noticas del riesgo de que se desmantele la EASP, institución de referencia de la formación en Salud Pública en España desde hace cuatro décadas. También durante estas semanas diferentes medios de comunicación se han hecho eco del desmantelamiento de varios proyectos que se iniciaron en la anterior legislatura en el ayuntamiento de Madrid. Sin embargo, la mayoría se desmantelan sin que su final llegue a ser recogido por los medios y, por lo tanto, sin que se conozca por la ciudadanía.

Logo de la Escuela Andaluza de Salud Pública

Estos desmantelamientos actuales (y los que probablemente vendrán en los próximos meses) están relacionados con la subida al poder de los gobiernos de derecha extrema a las instituciones municipales y autonómicas, como resultado de las últimas elecciones de finales de 2018 (Andalucia) y mayo de 2019.

En Madrid tenemos precedentes abundantes de otros desmantelamientos previos, a finales del XX y en la primera década del siglo actual, que se llevaron por delante organismos tan relevantes como el Centro Universitario de Salud Pública (CUSP), la Agencia de Formación e Investigación Laín Entralgo, la Dirección General de Salud Pública (luego recuperada: ver «Requiem por la Salud Pública de la Comunidad de Madrid»), las Escuelas de Enfermería de Leganés, Puerta de Hierro, etc., por poner solo algunos ejemplos (ver: «No olvides que…»). También coincidió con un ciclo político de la llegada de la derecha a las instituciones (en este caso, a la Comunidad de Madrid).

A veces no se desmantelan organismos, sino proyectos. O sin desmantelar la organización, lo cual siempre tiene un coste político por la mala imagen del destroyer, se debilita la misma, reduciendo su presupuesto, no reponiendo sus recursos humanos o cortandole las alas en relación a proyectos nuevos. Como dice la etimología, también se desmantela desamparando, abandonando, desabrigando, arruinando los muros de carga o desarbolando el barco.

Cobardía

Siempre he defendido nuestro sistema democrático, a pesar de los evidentes defectos que tiene y las injusticias que sigue manteniendo 40 años después de su nacimiento. Mi generación (nacida en los años 50) y las precedentes, saben lo que costó salir de la larga noche de la dictadura franquista. Desde ese punto de vista, creo que es legal que un partido político (o una coalición de partidos) que gane unas elecciones o que tenga el suficiente apoyo de diputados o concejales, tenga el derecho a tomar decisiones que supongan cambios en las instituciones, incluyendo el desmantelamiento de proyectos u organismos.

También que cambie a los cargos de confianza que estaban al frente de las mismas, y que incluso los nuevos cargos (o los supervivientes) cesen a los funcionarios que han accedido a los puestos directivos de la organización por concurso de libre designación. Siempre he tenido claro que la libre designación va aparejada a la libre cesación (también que la decisión de continuar o no en el puesto de libre designación debe tener carácter bidireccional: incluyendo la dimisión del funcionario, si se siente incompatible con participar en la dirección y gestión del nuevo proyecto: ver «El Gran Sapo”).

También tengo claro que los políticos y las políticas que llegan a una institución necesitan poner su sello en las mismas y discriminarse de los gobiernos anteriores.

Sin embargo, también creo que este derecho a desmantelar, que esta legalidad para desmantelar, para ser totalmente legítima, debería estar acompañada de otra exigencia fundamental de nuestra democracia: la rendición de cuentas y la transparencia pública. Es decir, la ciudadanía debería tener la información adecuada para evaluar las razones y consecuencias de estas decisiones de desmantelamiento.

Pues desmantelar algo no es lo mismo que poner un nuevo proyecto en marcha o reformar el proyecto anterior. Desmantelar significa tener razones poderosas para echar por tierra un proyecto que ha costado mucho poner en pie y cuya acción desmanteladora tiene notables costes tangibles e intangibles, además del cese de los beneficios que aporta. También significa equipos que se van a disolver, talentos y experiencias que se van a desaprovechar, vínculos con el exterior que se van a romper, redes de relación y confianza difíciles de rehacer, y prestigio y reputación institucional que hay que volver a ganar.

Lo que se destruye se ha construido antes con el presupuesto público, es decir el de todos. Y,  desde el punto de vista económico, desmantelar, en vez de mejorar, no suele ser eficiente. Suele ser un desperdicio.

No niego que a veces hay que desmantelar, que ocasionalmente es imprescindible destruir lo viejo para hacer sitio a lo nuevo, sobre todo, cuando se concluye (a la luz de una evaluación objetiva) que lo viejo no tiene ya apenas valor social. Pero insisto: hay que tener las razones muy claras y saber explicárselo a la ciudadanía. Solo así se despejará la sospecha de que se ha desmantelado por puro sectarismo político, es decir por el simple ánimo de destruir lo que han puesto en pie antes sus rivales políticos.

Desgraciadamente, lo habitual es que los desmantelamientos se hagan con cierta nocturnidad y alevosía, es decir, intentando que pasen desapercibidos al público. Otras veces se hacen sin dar las razones políticas reales que han llevado a esa decisión, sino escondiéndola en tecnicismos, en requisitos administrativos teóricamente incumplidos, en evaluaciones manipuladas o en promesas vagas de que el organismo o el proyecto desmantelado va a ser superado por una nueva iniciativa que es mayor o mejor (en el caso de la EASP, parece ser un Instituto Andaluz de Salud). En ambas situaciones, se hurta a la ciudadanía de su derecho a saber y a juzgar. Y después, si viene al caso: a protestar, reclamar o cambiar de voto.

Los políticos también se valen de la circunstancia de que los funcionarios o empleados públicos que conocen bien los proyectos afectados, no pueden, por su vínculo institucional, compartir la información que tienen para el debate público, y están obligados al silencio.

Esta forma de ejercer la política no solo desmantela proyectos y organismos, sino que debilita la democracia. Y además, es una cobardía.

Granada y Brecht

Volviendo a Granada, animo a los dirigentes de la Junta de Andalucía que si quieren desmantelar la EASP, que sean valientes y expliquen sinceramiento a la ciudadanía las razones que hay detrás de esta grave y estúpida decisión (según mi humilde opinión).

A los y las compañeras de la Escuela les mando un gran abrazo y mi más rotunda solidaridad y empatía en su lucha para parar este desatino. Además de mi admiración por su rápida reacción colectiva (¡No dejéis que os dividan!)

La plantilla de la EASP, ayer dia 15 de enero, organizados para exigir que no se cierre. Fuente foto: El independiente de Granada http://www.elindependientedegranada.es/politica/pp-no-atempera-temor-supresion-escuela-andaluza-salud-cuya-plantilla-pide-evitar-cierre

Al resto de colegas y compañeras de la administración pública de salud, les animo a solidarizarse y salir de la pasividad, porque, tal como nos recuerda Bertolt Brecht (1), aunque crean que esto no va con ellos o ellas, y es una cosa particular de Granada, de Madrid o de tal persona o equipo….puede que la próxima vez el desmantelamiento les llegue a ellos. Y entonces se sientan muy solos y solas. Lo digo por experiencia.

————————————————

(1) Javier Padilla me apunta que el autor de este texto no es Bertolt Brecht, sino el pastor evangelista Martin Niemöller. Según leo en este artículo (https://www.homohominisacrares.net/php/articulos.php?num_revista=16&cod_articulo=137) , efectivamente hay una atribución diferenciada en la autoría en los países anglosajones (a Niemoller) y en los de habla hispana (a Brecht), y hay una ligera variación en los textos atribuidos a ambos, pero sigue la duda de quién fue el primero en usarlo en 1933 o en 1946.
Aunque, a lo que vamos: sea de Brecht o de Niemöller, lo que importa es ¡#NoalCierredelaEASP!

Anuncio publicitario

2 pensamientos en “Desmantelar

  1. Pingback: Rebel·lió Atenció Primària en contra de la extinción de la Escuela Andaluza de Salud Pública – Rebel·lió Atenció Primària

  2. Pingback: No a l’extinció de l’EASP. #NoalCierredelaEASP | FoCAP

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.