¿Por qué es tan difícil organizar grupos en las instituciones? (II): Los grupos en la Salud Pública

Por Javier Segura del Pozo
Médico salubrista

Esta es la pregunta que me hago, que les hago (ver entrada anterior: aquí), después de una experiencia profesional de más de 30 años trabajando como funcionario en la Administración Pública, concretamente en la Administración de Salud Pública. Después de iniciar a principios de los años 80 del siglo pasado (!) mi carrera profesional, animado por una gran ilusión de poder aprovechar mi incipiente formación en Psicología Social o Grupal (Segura 2008), para enfocar la organización de nuevas instituciones democráticas, nacidas de las cenizas (con muchos activos rescoldos) de la dictadura franquista, como instrumentos de cambio social y avance en la salud colectiva.

Los grupos en la Salud Pública

La salud pública de principios de los 80, estaba fuertemente influida por un bagaje teórico y conceptual (Declaración de Alma Ata, Carta de Ottawa, Salud para todos en el año 2000, Nueva Salud Pública, etc.), que, inspirado en las corrientes de moda de las ciencias sociales, políticas y humanas, consideraba el trabajo en equipo como un eje central organizativo, que permitía la multiprofesionalidad, la interdisciplinariedad, la organización horizontal, el trabajo comunitario, la programación participativa, la coordinación intersectorial y la socialización del conocimiento.

trabajo en equipo

Trabajo en equipo

Pero vayamos por partes y expliquemos más detenidamente estas amplias utilidades. Desde el punto de vista institucional y profesional, según esta concepción, el trabajo en equipo permite:

  1. Una confluencia de saberes de diferentes disciplinas (médicas, psicológicas, sociales, etc.), de cuya interrelación interdisciplinaria (nuevo adjetivo que estaría muy presente en los futuros discursos, pero muy ausente en la realidad), resulta un nuevo saber y un nuevo poder (poder transformar la realidad).
  2. Un espacio de respeto y reconocimiento del valor de diferentes profesiones (enfermería, trabajo social, medicina, psicología, administrativos, etc.), que en otros encuadres de trabajo (no grupales o sin vocación de equipo) tienen una relación más jerárquica y de subordinación.
  3. Una puesta en común de las realidades individuales y parciales observadas por los diferentes profesionales en sus consultas o despachos individuales, y de forma episódica; es decir, basadas, generalmente en la atención a las demandas puntuales concretas de pacientes o usuarios. El trabajo en equipo es una oportunidad de reconstruir el complejo puzzle de la salud poblacional, a partir de las pequeñas piezas de los contactos episódicos de los individuos (de una familia o de una comunidad) con un dispositivo asistencial o preventivo, formado por varios profesionales. Esta puesta en común permite la gestión más eficaz de un caso con una perspectiva de trayectoria vital. No se limita a un momento concreto de una demanda, sino que la analiza en el contexto de la historia personal, familiar, laboral y comunitaria del paciente o usuario, reconstruida a partir de una visión multiprofesional y multidisciplinaría del equipo. Pero va más allá, permitiendo también, a partir del análisis de casos y grupos atendidos, tener un diagnóstico de los problemas y oportunidades de salud de una comunidad (sobre la que el equipo de salud opera).
  4. Es decir, continuando con lo anterior, también facilita el trabajar más allá de la demanda. Una intervención no basada exclusivamente en la demanda, sea este un síntoma, una denuncia, una queja o un brote epidémico. El grupo no solo permite un análisis colectivo y complejo de la demanda por parte del equipo de salud, sino que también es uno de los principales instrumentos del trabajo comunitario del propio equipo de profesionales, fuera del centro y de las consultas. Trabajo comunitario de base grupal fuera del centro, que permite tener una visión más amplia de la comunidad a la que se sirve y no limitarse al conocimiento a partir de los que llegan al centro.
  5. Un espacio colectivo de programación y evaluación. Las corrientes de pensamiento y los referentes profesionales antes mencionados, insistían en la necesidad y ventajas de la programación, frente a acciones aisladas, inconexas y no evaluadas. Especialmente, cuando se trabaja sobre la salud de un colectivo, sobre la salud de la población, en vez de sobre un caso, sobre la salud individual. En este caso, se cambia el paradigma y los instrumentos de la clínica (que implica una relación individual y, generalmente, aislada del contexto), por los propios de otros saberes (ciencias sociales, económicas, políticas, empresariales, militares, etc.) que tratan de organizar poblaciones y bienes, para alcanzar objetivos, a partir de instrumentos o técnicas, como la planificación y la programación. Y para ser más eficaces en los objetivos de salud, se abogaba por una programación participativa, en la que el grupo era el encuadre adecuado. Un grupo que definía estrategias, fijaba objetivos y metas, establecía actividades y tareas para alcanzarlas y evaluaba los resultados. Y en base a cuya evaluación, se redefinían los objetivos.
  6. Un apoyo mutuo de los profesionales, enfrentados a retos y tareas que generan inseguridad y ansiedades, y que requieren de un aprendizaje de nuevos saberes, habilidades e instrumentos, que no están generalmente incluidos en la mochila que cada profesional han recibido en sus respectivas escuelas profesionales. El grupo y el equipo servirían para calmar ansiedades, deshacer malentendidos y mosqueos entre sus miembros, pero también para un aprendizaje en común. Primero a partir de la socialización del conocimiento de sus miembros, luego, a partir del análisis compartido de la experiencia.
  7. Hay ciertos espacios grupales, que también son interinstitucionales. Es decir, el grupo lo forman profesionales que pertenecen a diferentes instituciones que tienen el mismo objeto de trabajo o parecidos fines. Para ganar en eficacia, evitar duplicidades y favorecer complementariedades, se constituyen “mesas de salud escolar”, “mesas de integración social”, etc. El grupo, alrededor de estas “mesas”, supera, en lo posible, las tensiones y barreras propias de la competitividad entre las instituciones y la débil coordinación interinstitucional por arriba.
  8. También permitiría la coordinación intersectorial. Esto es especialmente importante cuando se opera sobre un modelo de salud pública, basado en la idea de que las intervenciones en salud más eficientes son las que se realizan desde sectores no sanitarios. Por ello, es fundamental conquistar un espacio de influencia y trabajo con profesionales y políticos de otras administraciones no sanitarias (medioambiente, urbanismo, deporte, educación, servicios sociales, seguridad, etc.). Muchos de los proyectos intersectoriales se organizan a partir de un grupo de profesionales pertenecientes a diversos sectores de la administración, que pueden tener influencia sobre políticas y determinantes de un problema de salud..

 taller Barro V Vallecas

Taller de Promoción de la Salud con mujeres gitanas organizado por el Centro Madrid Salud de Vallecas Villa (Instituto de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid) y la asociación Barró , 2010

 Una herramienta para la salud colectiva

Pero, como hemos dicho antes, el grupo no solo es un instrumento de organización de los profesionales dentro de las instituciones, sino un eficaz ámbito de trabajo con los destinatarios de nuestros servicios profesionales. Desde el punto de vista del trabajo de Salud Pública con los ciudadanos, está demostrada la eficacia del grupo en el caso de:

  • Grupos de educación para la salud, especialmente en el ámbito educativo, tanto formal (centros educativos), como no formal.(asociaciones u organizaciones con vocación docente).
  • Grupos de cambio de hábitos (alimentación, actividad física, tabaquismo, otras adiciones, etc.), como ya demostraron psicólogos, como Kurt Lewin, usando el grupo como “campo de fuerza” para cambiar hábitos alimentarios entre la población norteamericana, durante la II Guerra Mundial (Lewin 1943).
  • Grupos preventivos de psicohigiene, para superar situaciones traumáticas de duelos, separaciones, desempleo, jubilaciones, etc.
  • Grupos terapéuticos de salud mental.
  • Grupos de terapia ocupacional, de actividades lúdicas y culturales, para el fomento de la cohesión social y la prevención del aislamiento social (grupos de baile, de música, de lectura, de pintura, de huertos urbanos, etc.).
  • Grupos de autoayuda en pacientes crónicos
  • Grupos de rehabilitación y deshabituación de drogadictos
  • Grupos de aprendizaje, en general, incluyendo el aprendizaje de personas adultas.

 grupo psicohigiene

Grupo de Psicohigiene en el Centro Madrid Salud de Carabanchel (Instituto de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid) , 2011

Llegados a este punto, espero haberles convencido (si no lo estaban ya) que, en los años 80, estaban volcadas muchas expectativas sobre el trabajo grupal como instrumento eficiente de organización y de intervención. Sin embargo, más de 30 años después, podemos afirmar que estas expectativas se cumplieron muy parcialmente, y que los grupos tienen, en general, un lugar bastante marginal en las actuales instituciones de salud pública ¿Qué es lo que pasó? No se si soy capaz de responder a esta pregunta. De momento, me conformaré con responder a la siguiente: ¿Qué es lo que yo viví y vi en mi trabajo institucional?

(Continuará…)

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  1. Segura del Pozo, J (2008). Réquiem por el maestro Armando Bauleo. Blog “Salud Pública y algo más”. Editado el 26 de abril de 2008. [Disponible el 19 de enero de 2014 en: http://www.madrimasd.org/blogs/salud_publica/2008/04/26/90149]
  1. Lewin, K. (1943). Forces Behind Food Habits and Methods of Change. En: The Problem of Changing Food Habits Report of the Committee on Food Habits 1941-1943( 1943 ) [Disponible el 19 de enero de 2014 en: http://www.nap.edu/openbook.php?record_id=9566&page=35]

2 pensamientos en “¿Por qué es tan difícil organizar grupos en las instituciones? (II): Los grupos en la Salud Pública

  1. Hola, buenos días, veo que esta inquietud de por qué esas ilusiones y proyectos de los años 80 no se han plasmado en la realidad cotidiana de nuestra forma de trabajo, no solamente en el campo de la salud pública, sino en nuestros hábitos de trabajo, ya sean profesionales, sociales o recreativos. Muchas son las dudas y escasas las respuestas, quizás, y brevemente…. trabajar en grupo requiere paciencia, respeto, abandono de nuestro ego, escuchar, respetar, amor por aprender… y ¿nos faltó ese aprendizaje?.
    Javier, gracias por tus reflexiones

  2. Muy sencillo,apuesta por enfoque biomedico,y ausencia o escasas estrategias reales de enfoques de promoción de Salud.tanto desde los ámbitos académicos pregrado y posgrado,desde los órganos de gestión y una distancia imposible de la teoría a la práctica

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