Javier Segura del Pozo, médico salubrista
Después de repasar en las anteriores entradas los orígenes de las visitadoras sanitarias en Inglaterra, Francia y EE.UU., nos queda preguntarnos qué experiencias pioneras conocemos de nuestro país. Veremos que hablar de esta historia es hablar de la historia de la enfermería de salud pública en España, es decir, otra difuminación de los límites entre salud comunitaria y salud pública. Lo haremos con la ayuda de, entre otros materiales, dos libros muy recomendables: uno, de Josep Bernabeu y Encarna Gascón, Historia de la Enfermería de Salud Pública en España (1860-1977)[1] y otro, de Luisa Clemente Fuentes, Los orígenes de la Medicina Preventiva y Social en España: El instituto Provincial de Higiene de Cáceres[2]. Nos descubrirán la historia y perfiles de notables mujeres como Concepción Arenal, Nieves Gónzalez Barrio, Mercedes Milá Nolla, Montserrat Ripoll, Aurora Mas de Gaminde o Inés Oyarzabal. Y el decidido impulso de médicos salubristas, insuficientemente reconocidos, como Gustavo Pittaluga, Marcelino Pascua y Francisco Ruiz-Morote, apoyados por la Fundación Rockefeller. Consideraron que las visitadoras eran un instrumento fundamental para la necesaria reforma sanitaria que puso en marcha la Segunda República, con el objetivo de que la retrasada España se subiera por fin al tren de las modernas tendencias de salud pública y doblegara sus nefastos índices sanitarios (alta mortalidad infantil, materna o por accidentes; alta prevalencia de malnutrición e incidencia de tuberculosis, etc.).
Sigue leyendo