Por Javier Segura del Pozo
Médico salubrista
Aunque el humanismo había abierto un horizonte utópico de bienes y cuidados comunitarios, la Reforma (tanto evangélica como católica) y el consecuente confesionalismo acabaron imponiendo en el siglo XVI un disciplinamiento social y una intolerancia con la diferencia, en el contexto de una grave crisis económica y del avance del culto a la propiedad privada, propio del mercantilismo. La consecuencia fue un empobrecimiento generalizado, una limitación de las solidaridades campesinas (al contrario que las gremiales), un retroceso en el papel social de la mujer, junto con el rechazo a la pobreza y la mendicidad en las ciudades. Al encierro de campos (enclosures), se añadiría el encierro de pobres, que precedería a la medicalización social de finales del XVIII y XIX.
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